sábado, 8 de agosto de 2009

Militares Brasileiros e Cumplicidade com o Regime de Pinochet no Chile - Tenente Coronel Cyro Etchegoyen

Atualizacão:
Em 2014,o Globo publicou a lista dos 377 agentes do Estado, apontados no relatório final da Comissão Nacional da Verdade como responsáveis por crimes cometidos durante a ditadura militar  . Entre eles o Coronel Cyro Etchgoyen,
chefe da seção de contrainformações do Centro de Informações do Exército (CIE) de 1971 a 1974. Segundo depoimento do coronel Paulo Malhães à CNV, Etchegoyen era a autoridade do CIE responsável pela Casa da Morte, em Petrópolis (RJ).

G1 - Veja a lista dos 377 apontados como responsáveis por crimes na ditadura - Dezembro 2014 - G1 Globo News

O coronel reformado do Exército Paulo Malhães foi encontrado morto em 25 de abril de 2014, no sítio em que morava em Nova Iguaçu, cidade na Baixada Fluminense, Rio de Janeiro, um mes depois de seu depoimento na Comissão Nacional da Verdade que apura os crimes da ditadura militar no Brasil.
Depoimento do coronel Paulo Malhães à CNV
Assassinado o Coronel depois de depoimento
Coronel Paulo Malhaes assassinado na baixada- O Globo

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Treinamento de torturadores no Chile em 1973:

Revelam a identidade de torturadores brasileiros colaborando no Chile - o tenente coronel Cyro Etchegoyen (em espanhol)

ou no link:  http://www.webcitation.org/6OwH9VvFV


CHILE - Revelan identidades de torturadores brasileños 
 Autor: Manuel Salazar Salvo - Revista Punto Final - numero 670 - 5 de setembro de 2008

Una veintena de militares brasileños viajaron a Chile en los días siguientes al golpe militar del 11 de septiembre de 1973 para interrogar a los prisioneros de esa nacionalidad que estaban detenidos en el Estadio Nacional. El grupo era comandado por el teniente coronel Cyro Etchegoyen, un experto en contrainteligencia.
En Santiago ya estaban operando los oficiales Walter Mesquita de Siqueira y Décio Barbosa, del Centro de Inteligencia del Ejército (CIE), y los sargentos Deoclécio Paulo y José Mileski, pertenecientes al Destacamento de Operaciones e Informaciones (DOI), de Río de Janeiro.
Estos antecedentes, hasta ahora desconocidos, son revelados por el historiador brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira, en su libro Fórmula para el caos. La caída de Salvador Allende (1970-1973), una cuidadosa investigación que profundiza en la intromisión del gobierno de Estados Unidos en América del Sur, como promotor de la caída de varios gobiernos democráticos, incluyendo el de la Unidad Popular.
El libro será presentado el 11 de septiembre en Sao Paulo y está prologado por el vicecanciller de Brasil, Samuel Pinheiro Guimaraes; el profesor estadounidense Peter Kornbluh, director del Chile’s Projecto del National Security Archive, de la Universidad George Washington; y el embajador de Chile en Buenos Aires, Luis Maira. La edición en español ha sido preparada por la división chilena de la editorial Random House, y es prologada por el ex ministro socialista Jorge Arrate.
Moniz Bandeira cuenta en su libro que el día 12 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet envió una caravana de carros de combate para invitar al coronel Walter Mesquita de Siqueira, agregado militar en la embajada brasileña en Santiago, para conversar con él. Pinochet le dijo que le gustaría que Brasil fuese el primer país en reconocer a la Junta Militar.
En consecuencia, el embajador Antonio Cándido Da Câmara Canto, fer-viente partidario del golpe militar en Chile, solicitó a Itamaraty (el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil), una autorización urgente para reconocer al régimen militar de Chile, dado que su posición “estaba internamente consolidada”, con la excepción de un “pequeño grupo inexpresivo aún en rebeldía”.
Câmara Canto, en otro mensaje, argumentó que “sería muy bien visto por la Junta Militar y por el pueblo” que Brasil fuera la primera nación en enviarle auxilios, dado que faltaban medicamentos, plasma, suero, algodón, etc., además de provisiones, sobre todo harina de trigo, para la fabricación de pan, que ni la embajada de Brasil tenía.
El profesor Moniz Bandeira tuvo acceso a los archivos clasificados de la cancillería brasileña y pudo examinar cientos de telegramas enviados desde Santiago. Entrevistó a decenas de testigos de aquella época y revisó cientos de libros y documentos sobre los acontecimientos políticos que precedieron al gobierno de Salvador Allende.
Cuenta que el embajador de Estados Unidos en Brasilia, John H. Crimmins, el 14 de septiembre, tres días después del derrocamiento de Allende, se reunió con el canciller Mario Gibson Barbosa, para hablar sobre la situación en Chile, manifestándole que el gobierno de Estados Unidos “se inclinaba favorablemente” hacia la Junta Militar, pero que evitaba traducir “esta simpatía en actos públicos y formales”.
Crimmins le dijo al canciller brasileño que el reconocimiento no debería manifestarse antes de diez días, pues Washington aguardaba que otros países, como Gran Bretaña, lo hiciesen. Recién el 24 de septiembre Estados Unidos reconoció a la Junta Militar de Chile, junto con otros ocho países, después que la Unión Soviética, la República Democrática Alemana y Bulgaria rompieran relaciones diplomáticas con Chile.
No obstante, requerido por su embajador en Santiago, el canciller Gibson Barbosa el mismo día 12 lo había instruido para que se reuniese con Pinochet y le expresara que el gobierno brasileño estaba pronto a reconocer a la Junta Militar. Câmara Canto debía señalar a Pinochet que el gobierno brasileño tenía la decisión de “prestar toda la asistencia posible” que fuese solicitada.
Esa noche, cuenta Moniz Bandeira, Câmara Canto fue recibido por la Junta Militar y el almirante Ismael Huerta, que estaba al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Fui recibido con demostraciones de gran satisfacción y afecto, que aumentaron al ponerlos en conocimiento de mi misión”, relató el embajador en telegrama a Itamaraty, agregando que la Junta Militar agradecería si el reconocimiento “fuese hecho de inmediato”.
El gobierno brasileño, no obstante, pidió que la Junta Militar cumpliese ciertas “formalidades mínimas”, sin las cuales la decisión brasileña “sería intempestiva e incluso posible de crítica”. Tales formalidades consistían en hacer públicos, con amplia divulgación, los siguientes puntos: a) garantía de control efectivo del territorio; b) constitución del gobierno, esto es, el nombre de cada ministro y de cada cartera, aún interinos o no formalmente nombrados; c) garantía de respeto a los compromisos internacionales.
El canciller Mario Gibson Barbosa sugirió al embajador Câmara Canto que recomendara a la Junta Militar que solicitase el reconocimiento de otros países y que las formalidades mínimas fuesen inmediatamente cumplidas, pues quería hacerlo aquel día 12. La petición de Brasil se cumplió de inmediato y los ministros de Pinochet asumieron sus carteras frente a las cámaras de TV, en tanto que la Junta Militar declaró que serían respetados los acuerdos internacionales.
También anunció que mantendría relaciones diplomáticas con todos los países, excepto Cuba y algunos otros, cuya situación estaba en estudio. En cuanto al control efectivo del país, a pesar de los bolsones de resistencia, la Junta Militar, con “el estado de sitio en tiempo de guerra” y el toque de queda, ya dominaba la situación.
El general Carlos Prats, entretanto, trasladado a la Vicaría General Castrense, tuvo que desmentir, “visiblemente a disgusto” relata el autor, a través de TV Universidad Católica la noticia procedente del exterior de que estaba al frente de tropas, marchando sobre Santiago.
Esta fue la condición que la Junta Militar le impuso para concederle el salvoconducto que solicitaba. Abatido y decepcionado, el día 15 el general Prats se asiló en Argentina. Hortensia (Tencha) Bussi, viuda de Allende, viajó a México, junto con su hija Isabel y cuatro nietos, después del entierro de Salvador Allende en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar. No le habían permitido siquiera ver el cuerpo de su marido. Y Beatriz Allende, casada con el cubano Luis Fernández Oña, viajó a La Habana.
“(...) La alta burguesía chilena logró satisfacer su ambición de derrocar al gobierno constitucional de Chile, usando a las Fuerzas Armadas como instrumento de destrucción fratricida, las que -desde esas trágicas horas- pasaron a convertirse en guardia pretoriana de la oligarquía”, registró el general Carlos Prats en sus memorias, un hombre lúcido y honrado, recuerda Moniz Oliveira.
Dinero, medicinas y asesores
Escribe el historiador: “Los muertos se multiplicaban, mientras el Estadio Nacional y otros recintos se llenaban de millares de presos, maltratados y torturados cruelmente, y las embajadas acogían a centenares de refugiados, en gran parte extranjeros de diferentes nacionalidades, que estaban siendo capturados implacablemente por los militares.
La embajada chilena en Brasilia entregó una nota a Itamaraty, informando que en Chile había trece mil extranjeros, la mayoría en situación irregular, y entre ellos 1.297 brasileños”.
El gobierno brasileño, luego de reconocer formalmente a la Junta Militar, mandó un avión a Chile con 20 toneladas de medicamentos y productos alimenticios. Y, en una segunda etapa, otro avión, un Hércules C-130, en el cual también se embarcó el coronel Herman Rojas, agregado de la Fach en Brasil, transportando cinco toneladas de arroz y azúcar y 30 toneladas de medicamentos, adrenalina, agua oxigenada, vendas, atropina, etc. (...)

"Medo e Memória no Exército Brasileiro e na Sociedade" ( original em Ingles)


Título do livro: (para ver mais sobre o livro clique aqui)

Fear & Memory in the Brazilian Army and Society

Autor: Shawn C. Smallman

Por mais de meio século o exército Brasileiro tem se utilizado de medo e censura para apagar da memória popular vários aspectos de sua História criando assim seus mitos políticos. Embora os militares tinham notável sucesso em promover a sua versão dos acontecimentos, a recente democratização permitiu o acesso de pesquisadores a novos materiais que permitem desafiar "versão oficial". Inspirando-se em Históris oral, documentos do Serviço Secreto, livros de memórias de oficiais dissidentes, registros do Exército, e de outras fontes só recentemente disponibilizadas, Shawn Smallman desenvolveu uma convincente interpretação revisionista da História política do Brasil de 1889-1954.
Smallman analisa os tópicos que os militares brasileiros gostariam que ficassem obscuros - política racial e campanhas de terror, corrupção institucional e alianças civis e militares, tortura política rivalidades pessoais - para entender o crescente envolvimento do Exército em assuntos civis. Entre os mitos que ele confronta estão a idealizada participação na política racial e seu auto retrato como estando imine aa corrupção associada aos políticos. Sua descrição não só esclarece as origens das ações repressivas e frequentemente brutais dos regimes militares durante os anos de 1960 e 1970 como também mostra as implicações no Brasil contemporaneo, em um momento em que as Forças Armadas debatem seu papel em um país democrático.

Militares Brasileiros - Brutalidade no Haiti - Video

TORTURA NO BRASIL - UM CASO CRONICO


Secretaria de Direitos Humanos da Presidencia e Alerj discutem caso de jovem queimado em quartel - O Globo - 10 de Novembro de 2008

MILITARES QUEIMAM RAPAZ EM QUARTEL DO EXERCITO


Secretaria de Direitos Humanos da Presidencia e e Alerj discutem caso de jovem queimado em quartel - O Globo

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terça-feira, 2 de junho de 2009

Tortura em transe - Gilson Caroni Filho - Publicado no Carta Maior - 2 de Junho de 2009

"Não punir torturadores é usar o esquecimento como princípio organizador da ação jurídico-política. É tomar o torturado como um corpo sobre o qual se pode agir perpetuamente, já que simbolicamente continua detido."

Texto completo AQUI

"Até quando o general festejará as luzes que permanecem acesas nos porões?"

* Artigo publicado originalmente no Jornal do Brasil

Gilson Caroni Filho é professor de Sociologia das Faculdades Integradas Hélio Alonso (Facha), no Rio de Janeiro, colunista da Carta Maior e colaborador do Observatório da Imprensa.

sábado, 16 de maio de 2009

Daniel Mitrione - A trajetória no Brasil do americano instrutor de tortura


Aulas de Tortura: os Presos-Cobaias (texto completo aqui)

A agente americano do FBI, Dan Mitrione, foi um dos instrutores enviados para a América do Sul para o treinamento em tortura na região, nos primeiros anos do Regime Militar.

Mitrione utilizou mendigos recolhidos nas ruas para adestrar a polícia local em tortura e sabe-se que foi , na verdade, um dos primeiros a introduzir treinamento em tortura no Brasil.
Seviciados em salas de aula, seres humanos foram usados por Daniel Motrione nas várias modalidades de criar, no preso, a suprema contradição entre o corpo e o espírito, atingindo-lhe os pontos vulneráveis.

Depois de atuar na Coréia e no Vietnã, Mitrione veio ensinar técnicas avançadas de tortura no Brasil: "Entre outros suplícios, introduziu o cassetete elétrico, reformou o pau-de-arara e passou a ensinar os lugares mais dolorosos para os choques elétricos." Mitrione, depois do Brasil foi enviado para o Uruguai, onde morreu , tendo sido enterrado em Washington com honras militares (Memórias de um repórter, Edmar Morel)

A historiadora uruguaia Clara Aldrighi , autora do livro "El Caso Mitrione" - La intervención de Estados Unidos em Uruguay, após 5 anos de investigações e desclassificação de documentos aborda os fatos sobre o torturador-instrutor Dan Mitrione.



A tor­tura no Brasil , ao contrário da aparente "informalidade", teve princípios baseados em “mé­todos científicos”, desenvolvidos por profissionais e transmitidos por instrutores treinados em tais métodos. Fez parte do currículo de formação de militares tanto no Brasil quanto daqueles enviados para treinamento na Escola das Américas (video sobre a Escola AQUI).

Dados atuais das Organizações das Nações Unidas (ONU) indicam que 1.295 pessoas foram mortas pelas forças policiais de São Paulo e Rio de Janeiro em 2002. Várias dessas pessoas apresentavam sinais de execução.

Enquanto nos anos 60 e 70, no período militar, os agentes da repressão aprendiam técnicas de torturas com estrangeiros, como os franceses que lutaram na guerra da Argélia, ou com norte-americanos, como Dan Mitrione, pesquisas recentes indicam a continuidade desta prática no Brasil e apontam para o fato de que , atualmente, israelenses vêm treinar essas técnicas no Brasil, segundo pesquisa da Historiadora Susel Oliveira da Rosa.

A historiadora Susel Oliveira da Rosa investigou os vínculos entre polícia e política e como essa conexão contribui para a banalização da violência na atualidade.

“Atualmente, ao contrário, temos relatos que indicam que os israelenses vêm treinar essas técnicas no Brasil”, diz. “No Brasil, há uma clara assunção da vida pelo poder”, afirma a pesquisadora, que foi orientada pelo professor Ítalo Tronca, do Departamento de História do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas (IFCH) da Unicamp.

“A questão não é nova, pois nos remete ao século XIX, época em que o direito soberano foi cedendo lugar à biopolítica, por meio da qual o Estado passou a gerir a vida da população. Também não é exclusivamente nacional, dado que faz parte de outras culturas. Entretanto, não se pode negar que no Brasil o problema assumiu proporções assustadoras”, afirma.

O texto completo pode ser lido AQUI.

PS: Mitrione foi posteriormente transferido para Montevidéu, onde acabou sequestrado e morto.

quinta-feira, 26 de março de 2009